Foto tomada del Twitter de Ángela María |
Orlando Ortiz Medina*
Una acertada decisión y un paso firme ha dado el candidato de Colombia Humana, Gustavo Petro, al elegir como su fórmula presidencial a la actual representante a la Cámara Ángela María Robledo.
Con una hoja de vida impecable y con el talante ético del que infortunadamente carecen la mayoría políticos colombianos, en Ángela María Robledo las mujeres tienen a una verdadera defensora de sus derechos, tarea a la cual ha dedicado su esfuerzo en los diferentes cargos que por elección popular o como funcionaria pública ha desempeñado a lo largo de su vida.
Pero, más allá de su intensa lucha por la defensa de los derechos de la mujeres, que sin duda es uno de sus más grandes méritos, ha sido, en general, una ferviente defensora de los derechos humanos, en lo que cabe resaltar su compromiso con las víctimas del conflicto armado, especialmente quienes han sido objeto de violencia sexual, y de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, en donde, entre otros, jugó un papel protagónico en la elaboración y promulgación de la Ley de infancia y adolescencia.
Ángela María, psicóloga de profesión, es ante todo una trabajadora social que llegó a la actividad política para poner en la agenda del debate público las demandas de los sectores sociales tradicionalmente excluidos. Ese ha sido fundamentalmente su rol en el Congreso de la República, en donde, en más de una ocasión, ha sido destacada como la mejor parlamentaria.
Está comprometida con que la consolidación de la paz siga adelante porque desde su lugar como mujer, como lideresa y como congresista sabe de lo costosa que ha sido para el país una guerra de la que todavía muchos se quieren seguir lucrando o buscan capitalizar a favor de sus intereses políticos o económicos.
Esta es sin duda una fórmula ideal que va a convocar a quienes están convencidos de que Colombia necesita una opción realmente alternativa, capaz de renovar la política, dispuesta a hacerle frente a males tan endémicos como la corrupción y a insistir para que Colombia no siga siendo el país en el que unos pocos viven de sus enormes privilegios, mientras muchos otros deben arreglárselas en el día a día para lograr su sobrevivencia.
Ángela María se suma a la propuesta de una Colombia más justa, más equitativa; a un programa de gobierno que pone en el centro la defensa de la vida, el uso responsable y democrático de los recursos naturales, la lucha contra todas las formas de exclusión y discriminación contra hombres y mujeres y el respeto a quienes piensan y profesan ideas diferentes. Asimismo, un desarrollo económico a cuyos beneficios accedan todos los sectores sociales y que tenga como fundamento el acceso a la educación y la gestión del conocimiento; que antes que discriminar integre armónicamente la vida y las dinámicas de campos y ciudades, ausente en el modelo que hasta ahora ha dominado en Colombia.
En esta polarización en la que se ha sumido el país, con una extrema derecha que, aunque a espaldas de las mayorías, se siente cada vez más fortalecida y un centro imaginario cada vez más diluido y muy poco claro en sus formas y contenidos, los ciudadanos y ciudadanas que nos hemos sentido excluidos por un sistema político y económico diseñado para sostenerse en las desigualdades tenemos hoy una posibilidad histórica.
Gustavo Petro y Ángela María Robledo condensan en su propuesta muchos años de esfuerzo y abren un espacio para que todos los movimiento sociales, y quienes no se sienten representados o convocados por las viejas élites y maquinarias políticas, tomen el lugar que les corresponde frente las decisiones que se necesitan para que el país se encause por las sendas del cambio.
Quienes, con alguna razón, descreen en la política, desconfían, son escépticos, han sido indiferentes, abstencionistas, etc., deben tomar posición; lo contrario es ceder el derecho que como ciudadanos les asiste para ser parte del destino de sus territorios, de su vida personal y familiar o de sus colectividades e intereses grupales.
Recrear la política, profundizar la democracia, consolidar la paz y pasar la dolorosa página de la violencia que aún hoy sacude al país es un compromiso de todos. Encontrar para ello a quienes logren liderar y encausar esos cambios ha sido un viejo anhelo, tantas veces frustrado, incluso porque quienes han encarnado esa posibilidad han sido asesinados. Respaldar la opción de Ángela María Robledo y Gustavo Petro abre de nuevo esa esperanza. Ojalá que esta vez la vida no sea asesinada en primavera.
*Economista-Magister en estudios políticos