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sábado, 26 de mayo de 2018

SE LLAMA GUSTAVO PETRO


Y es hoy la esperanza y está cerca de concretar el sueño de esa parte del país que nunca se ha sentido representada en quienes durante más de dos siglos de vida republicana nos han gobernado.
Es el líder en torno al cual se agrupa un movimiento social que hasta ahora no solo se había sentido huérfano de representación política, sino al que no se le veía vocación alguna de poder y convicciones serias de que sí era posible llegar a la presidencia de la república y derrotar a las viejas maquinarias que tienen al país sumido en la violencia, la miseria y la exclusión de una gran parte de su ciudadanía.
Es el único que tiene una propuesta a la altura de las demandas y necesidades del siglo XXI, para un país que requiere avanzar hacia la modernización e integración competitiva en los escenarios internacionales, pero con un modelo en donde se haga frente a las consecuencias del cambio climático, se proteja el medio ambiente, se dé lugar a una economía productiva generadora de empleo y de riqueza, de cuyos resultados nos beneficiemos todos.
En su propuesta el Estado Social de Derecho será una realidad y el acceso a la salud, la educación, el empleo, la seguridad alimentaria, la vivienda digna, serán posibles sin distingo de ninguna índole para hombres y mujeres.


En torno a Gustavo Petro se congregan representantes de todos los partidos y fuerzas sociales y políticas, de izquierda, liberales, conservadores, sectores religiosos, sin partido, jóvenes, mujeres, población LGTBI, afros, indígenas, campesinos, etc., porque él representa la idea de una sociedad pluralista, incluyente y que sabe que la consolidación de la paz necesita de la construcción de una nueva identidad en la que quepa el país megadiverso y variopinto que somos.
En esta primera elección después de que se han desmovilizado las FARC como organización armada, el país ha dado un salto importante, porque se ha develado que sus problemas estaban mucho más allá del conflicto armado entre el Estado y las guerrillas, y que la búsqueda de medidas para hacer frente a la pobreza, la corrupción, la politiquería es lo que está a la orden del día.
Votar por Gustavo Petro es empezar a abrir el camino por donde debemos conducirnos para que colombianos y colombianas podamos, por fin, ir hacia el encuentro de esa Colombia que nos ha sido negada y que esperamos disfruten al menos nuestras próximas generaciones.
Se llama Gustavo Petro y es el presidente que Colombia necesita. Vamos por el triunfo en la primera vuelta.





sábado, 17 de marzo de 2018

Ángela María

Foto de Ángela María y Petro el día que anunciaron la Vicepresidencia
Foto tomada del Twitter de Ángela María

Orlando Ortiz Medina*


Una acertada decisión y un paso firme ha dado el candidato de Colombia Humana, Gustavo Petro, al elegir como su fórmula presidencial a la actual representante a la Cámara Ángela María Robledo.

Con una hoja de vida impecable y con el talante ético del que infortunadamente carecen la mayoría políticos colombianos, en Ángela María Robledo las mujeres tienen a una verdadera defensora de sus derechos, tarea a la cual ha dedicado su esfuerzo en los diferentes cargos que por elección popular o como funcionaria pública ha desempeñado a lo largo de su vida.

Pero, más allá de su intensa lucha por la defensa de los derechos de la mujeres, que sin duda es uno de sus más grandes méritos, ha sido, en general, una ferviente defensora de los derechos humanos, en lo que cabe resaltar su compromiso con las víctimas del conflicto armado, especialmente quienes han sido objeto de violencia sexual, y de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, en donde, entre otros, jugó un papel protagónico en la elaboración y promulgación de la Ley de infancia y adolescencia.

Ángela María, psicóloga de profesión, es ante todo una trabajadora social que llegó a la actividad política para poner en la agenda del debate público las demandas de los sectores sociales tradicionalmente excluidos. Ese ha sido fundamentalmente su rol en el Congreso de la República, en donde, en más de una ocasión, ha sido destacada como la mejor parlamentaria.

Está comprometida con que la consolidación de la paz siga adelante porque desde su lugar como mujer, como lideresa y como congresista sabe de lo costosa que ha sido para el país una guerra de la que todavía muchos se quieren seguir lucrando o buscan capitalizar a favor de sus intereses políticos o económicos.

Esta es sin duda una fórmula ideal que va a convocar a quienes están convencidos de que Colombia necesita una opción realmente alternativa, capaz de renovar la política, dispuesta a hacerle frente a males tan endémicos como la corrupción y a insistir para que Colombia no siga siendo el país en el que unos pocos viven de sus enormes privilegios, mientras muchos otros deben arreglárselas en el día a día para lograr su sobrevivencia.

Ángela María se suma a la propuesta de una Colombia más justa, más equitativa; a un programa de gobierno que pone en el centro la defensa de la vida, el uso responsable y democrático de los recursos naturales, la lucha contra todas las formas de exclusión y discriminación contra hombres y mujeres y el respeto a quienes piensan y profesan ideas diferentes. Asimismo, un desarrollo económico a cuyos beneficios accedan todos los sectores sociales y que tenga como fundamento el acceso a la educación y la gestión del conocimiento; que antes que discriminar integre armónicamente la vida y las dinámicas de campos y ciudades, ausente en el modelo que hasta ahora ha dominado en Colombia.

En esta polarización en la que se ha sumido el país, con una extrema derecha que, aunque a espaldas de las mayorías, se siente cada vez más fortalecida y un centro imaginario cada vez más diluido y muy poco claro en sus formas y contenidos, los ciudadanos y ciudadanas que nos hemos sentido excluidos por un sistema político y económico diseñado para sostenerse en las desigualdades tenemos hoy una posibilidad histórica.

Gustavo Petro y Ángela María Robledo condensan en su propuesta muchos años de esfuerzo y abren un espacio para que todos los movimiento sociales, y quienes no se sienten representados o convocados por las viejas élites y maquinarias políticas, tomen el lugar que les corresponde frente las decisiones que se necesitan para que el país se encause por las sendas del cambio.

Quienes, con alguna razón, descreen en la política, desconfían, son escépticos, han sido indiferentes, abstencionistas, etc., deben tomar posición; lo contrario es ceder el derecho que como ciudadanos les asiste para ser parte del destino de sus territorios, de su vida personal y familiar o de sus colectividades e intereses grupales.

Recrear la política, profundizar la democracia, consolidar la paz y pasar la dolorosa página de la violencia que aún hoy sacude al país es un compromiso de todos. Encontrar para ello a quienes logren liderar y encausar esos cambios ha sido un viejo anhelo, tantas veces frustrado, incluso porque quienes han encarnado esa posibilidad han sido asesinados. Respaldar la opción de Ángela María Robledo y Gustavo Petro abre de nuevo esa esperanza. Ojalá que esta vez la vida no sea asesinada en primavera.


*Economista-Magister en estudios políticos