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miércoles, 18 de junio de 2025

Reforma laboral, qué gran paso

 

Orlando Ortiz Medina*


El Gobierno y su bancada en el Congreso se mantuvo firme, dejó ver su caudal argumentativo y supo exponer ante la opinión la justeza de una propuesta que solo pretendía devolver derechos que el uribismo y los sectores empresariales le habían arrebatado en el 2002 a los trabajadores. 


Foto: Razón Pública
Un gran logro para los trabajadores se dio con la aprobación de la reforma laboral en el Senado de la República. Aunque fue una tarea nada fácil, pues fue inicialmente hundida en la Comisión Séptima por los partidos de oposición, que quedaron convencidos de que el trámite iba a terminar ahí y se iban a salir con las suyas. En buena hora el presidente se jugó la carta de la consulta popular, la cual encontró un decidido respaldo en prácticamente todos los sectores sociales, que se manifestaron en calles y plazas de diferentes ciudades del país. 

Fue tal el respaldo ciudadano a la iniciativa popular, que la derecha y todo su séquito de apoyo, incluido el llamado centro, se asustó y tuvo que jugársela, con triquiñuelas incluidas, para que la propuesta retornara a discusión a través de la Comisión Cuarta, en la cual hizo trámite y fue aprobada para darle paso a la discusión en plenaria.

El Gobierno y su bancada en el Congreso se mantuvo firme, dejó ver su caudal argumentativo y supo exponer ante la opinión la justeza de una propuesta que solo pretendía devolver derechos que el uribismo y los sectores empresariales le habían arrebatado en el 2002 a los trabajadores. 

Con la propuesta hasta ahora aprobada, pues falta el trámite de conciliación del texto en las dos cámaras, Senado y Cámara de Representantes, se recupera para los trabajadores el pago de horas extras, el pago al 100% por trabajar en dominicales y festivos y se mejoran las condiciones de contratación. Se evitó, por ejemplo, que se hubiera aprobado la contratación por horas, que sin duda habría significado un mayor deterioro y precarización del trabajo.

Se logró también que a los estudiantes del SENA se les reconozca el contrato laboral durante sus períodos de práctica, con todas las garantías sociales y prestacionales. Nada más justo con aquellos cuyas labores y responsabilidades no se distinguen para nada de las tareas que en las empresas cumple cualquier trabajador.

En buena hora el presidente se jugó la carta de la consulta popular, la cual encontró un decidido respaldo en prácticamente todos los sectores sociales, que se manifestaron en calles y plazas de diferentes ciudades del país

Otro resultado importante consagrado en la reforma es que más de 70 mil madres comunitarias, madres sustitutas y trabajadores(as) de hogares infantiles serán vinculados formalmente como empleados oficiales. Una decisión que hace justicia y dignifica a quienes, en condiciones siempre muy adversas, han brindado atención y cuidado a la infancia en Colombia. 

Hay que reconocer el apoyo que tuvo la propuesta por parte de otros partidos, o de sectores de ellos, que sumaron y fueron definitivos para lograr finalmente los votos que hoy dan paso a la aprobación. Tal es el caso de algunos representantes del Partido Verde, Comunes y algunos del Partido Liberal. 

Pero así como se reconoce a quienes estuvieron del lado de los cambios que dan curso a la agenda de Gobierno, no se debe obviar el rechazo hacia los que se hicieron elegir con un discurso progresista y supuestamente amigo de los trabajadores, para traicionarlos después y ponerse del lado de quienes siguen dispuestos a pasarse por encima de sus derechos. Esperemos que los electores sepan quiénes son y cuál es la respuesta que se les debe dar de cara al próximo debate electoral. Los JP, las Katherine, las Angélicas, etc., no deberán volver a usurpar el voto y defraudar la conciencia de los que, con humildad y depositando en ellos(as) su confianza, les entregaron su respaldo con la esperanza ver sus intereses representados. Frustrante.

Buen trabajo el de la bancada progresista y muy bien puesto en escena el respaldo popular que ha tenido la propuesta, que ojalá termine de coronar su éxito en el paso ya más corto que todavía le queda en el Congreso. Ojalá que en la conciliación en las dos cámaras el articulado se siga enriqueciendo. Aún hay lugar para ello.

Surtido el trámite de conciliación, el texto aprobado pasará a sanción presidencial y luego a control de constitucionalidad por parte de la Corte. Por ahora no se advierten amenazas de demanda, ni por temas de fondo ni por posibles vicios de trámite que, aparte del propio concepto de la autoridad constitucional, pudieran generar algún impase que lleve a su hundimiento, negación de alguna parte del articulado o devolución al Congreso para subsanación o enmienda, tal como acaba de ocurrir con la reforma pensional.

Se ha transitado por un camino pedregoso, con muchos obstáculos. También, hay que decirlo, con no pocos errores, aprendiendo y ganando experiencia. Pero vemos que se avanza, se ganan cosas y, sobre todo, se va demostrando que no hay que desfallecer. Que sí, que el cambio es posible y que lo vamos a tener que seguir sufriendo porque vale la pena. 

Esto hasta ahora empieza.


*Economista-Magister en estudios políticos 


domingo, 30 de marzo de 2025

El Congreso actúa en contravía de un país que está cambiando

Orlando Ortiz Medina*


Lo que actualmente ocurre está más allá de un asunto puramente coyuntural, el telón de fondo sigue siendo la renuencia de los dueños del establecimiento a que en el país se emprendan reformas que históricamente han sido aplazadas.


Foto: Pressenza, international press agency
Los colombianos apreciamos hoy una mayor tensión entre los poderes ejecutivo y legislativo. Nada que sorprenda. Es parte del escenario que se configura a partir de 2022 con la llegada a la presidencia de un personaje cuyo origen social y fundamentos ideológicos y programáticos son sustancialmente distintos a los de quienes históricamente han sido mayoría en el Congreso de la República.

La tradición es que la relación entre estos dos poderes esté mediada por el cruce de favores, el trámite de intereses, las lealtades personales y las diferentes formas como los dispositivos de clientela han cooptado la funcionalidad del Estado. Para decirlo sin eufemismos, lo normal ha sido que el Congreso sea del bolsillo del presidente, o viceversa. No hay tal de un sistema de pesos y contrapesos que opere como corresponde a un orden genuinamente democrático. 

De manera que lo que actualmente ocurre está más allá de un asunto puramente coyuntural, el telón de fondo sigue siendo la renuencia de los dueños del establecimiento a que en el país se emprendan las reformas que históricamente han sido aplazadas. Es un hecho que con este nuevo gobierno la agenda de debate es diferente y que al Congreso le toca dedicar menos tiempo a aprobar decretos para conceder la Cruz de Boyacá, rendir honores o inaugurar estatuas; debe, en cambio, acoger la discusión de propuestas en cuya médula estaría la solución de muchos de los grandes problemas que el país padece, algunos de los cuales sirven como alimento de la violencia.   

Colombia sigue siendo el tercer país más desigual del mundo y el primero de América Latina, está entre los que tienen mayores índices de violencia y mantiene una tasa de pobreza monetaria y de pobreza monetaria extrema de 33 % y 11,4 %, respectivamente, con índices significativamente superiores en la zona rural. Solo una de cada cuatro personas se pensiona, la informalidad a nivel nacional se mantiene alrededor del 56 % (83% en las zonas rurales) y corresponde a personas cuya precariedad laboral es latente, con muy bajas tasas de remuneración y ausencia casi que total de estabilidad y garantías laborales

Vale recordar que Colombia sigue siendo el tercer país más desigual del mundo y el primero de América Latina, está entre los que tienen mayores índices de violencia y mantiene una tasa de pobreza monetaria y de pobreza monetaria extrema de 33 % y 11,4 %, respectivamente, con índices significativamente superiores en la zona rural. Solo una de cada cuatro personas se pensiona, la informalidad a nivel nacional se mantiene alrededor del 56% (83% en las zonas rurales) y corresponde a personas cuya precariedad laboral es latente, con muy bajas tasas de remuneración y ausencia casi que total de estabilidad y garantías laborales.

El esquema de tributación es altamente regresivo -pagan menos impuestos los que más riqueza tienen-, cada vez menos personas tienen posibilidad de acceso a la educación, sobre todo en el nivel superior, tanto por el descuido en que se ha dejado a las universidades públicas, como porque debido a la pobreza en sus hogares los jóvenes se ven obligados a vincularse más temprano a la vida laboral, cuando es que lo logran. 

Pese a que estadísticamente se registra una cobertura satisfactoria de atención en salud, 99,6 %, la prestación del servicio es altamente deficiente para el otorgamiento de citas, la atención de enfermedades terminales o de alto riesgo, la entrega de medicamentos y la disponibilidad de infraestructura y personal especializado, también con una brecha significativa en contra de las personas del campo.

La concentración de la propiedad de la tierra, que ha estado en la base del conflicto social y armado, es la más elevada de América Latina: el 1 % de las fincas de mayor tamaño ocupa el 81 % de la tierra, mientras el 19 % restante se reparte entre el 99 % de las fincas. En lo que a propiedad se refiere, el 10% de los propietarios de las fincas más grandes poseen el 80,57 % del área rural. 

La concentración de la propiedad de la tierra, que ha estado en la base del conflicto social y armado, es la más elevada de América Latina: el 1 % de las fincas de mayor tamaño ocupa el 81 % de la tierra, mientras el 19 % restante se reparte entre el 99 % de las fincas. En lo que a propiedad se refiere, el 10% de los propietarios de las fincas más grandes poseen el 80.57 % del área rural. 

Todo este conjunto de situaciones sería evitable, o al menos en parte se podría corregir, si existieran condiciones de distribución más equitativas y que impidan seguir sosteniendo el régimen de privilegios del que gozan ciertos grupos sociales. Que así fuera es una tarea que le corresponde al Congreso de la República, a lo que, ya se dijo, históricamente se ha negado, debido a que quienes han estado sentados en la curules no representan propiamente a quienes más padecen las consecuencias. 

El asunto es que, de llevarse a cabo, las reformas afectarían intereses muy potentes de los grupos económicos: los grandes propietarios de la tierra, los dueños de las empresas que tienen el control de la salud a través de las EPS, los propietarios de los fondos privados de pensión y los gremios económicos, que consideran un prejuicio y una afrenta a la economía permitir que los trabajadores cuenten con un modelo prestacional y de garantías laborales más justo y equitativo. 

Lo cierto es que estamos frente a un Congreso y unas élites que parecen no haberse dado cuenta de que actúan en contravía de un país que está cambiando y que su tozudez y conservadurismo más temprano que tarde les puede pasar una costosa cuenta de cobro. La comodidad de quienes han vivido a la sombra del bipartidismo y sus derivaciones posteriores está bastante diluida; lo que queda se mantiene solo gracias a sus estructuras clientelares, sus redes de lobby y corrupción y los anclajes locales y regionales que aún guardan con los vicarios de la vieja política.

Un nuevo sistema de representaciones, basado sobre todo en principios identitarios y con especificidades en sus necesidades y demandas ha tomado auge; la conciencia sobre los problemas sociales y la manera de tramitarlos ha ido encontrando cauces diferentes

Un nuevo sistema de representaciones, basado sobre todo en principios identitarios y con especificidades en sus necesidades y demandas ha tomado auge; la conciencia sobre los problemas sociales y la manera de tramitarlos ha ido encontrando cauces diferentes. La ciudadanía asume hoy mayores grados de libertad y copa nuevos espacios de manifestación en el escenario público y político, acudiendo a otros mecanismos de participación que en parte reflejan la desconfianza en las instituciones y el declive de quienes hasta ahora se venían considerando sus líderes naturales. Es latente la crisis de una dirigencia que, así mantenga su mayoría en el Congreso, se ve amenazada por la emergencia de estas nuevas formas de expresión y movilización social. 

Es poco inteligente que, en vez de promover o por lo menos afrontar las iniciativas de cambio, se apueste por el fracaso de quien se atreve a proponerlas, huyéndole al discernimiento y saliéndose con jugaditas de los lugares y las reglas del juego democrático. Se prefiere, por el contrario, acudir al uso de un poderoso aparato mediático desde el que se manipula, se falsea, se desprestigia y se encubren las situaciones críticas, con el único propósito de que las cosas se mantengan como están, parados sobre estructuras institucionales y constitucionales en cuya inercia se soportan los defensores de una situación que social y políticamente es cada vez más insostenible. 

la inclusión en las decisiones de política y los destinos de la nación de quienes son sus inmediatos afectados o beneficiarios sería una manera de contribuir a la formación de valores democráticos

Mientras el Congreso se mantenga como una instancia instrumentalizada al servicio de intereses gremiales y corporativos y se le siga huyendo a los recursos de la democracia participativa, continuarán aumentando los factores de desestabilización que nos ponen en riesgo como sociedad y como país. Se requiere por ello y con urgencia acometer las transformaciones institucionales, orientadas a corregir un sistema que, pese a que está atravesado por un complejo cúmulo de anomalías y disparidades, se sigue llamando democrático. 

Sería de paso una manera de avanzar hacia una nueva cultura política -tarea bastante rezagada en Colombia-, en tanto la inclusión en las decisiones de la política y los destinos de la nación de quienes son sus inmediatos afectados sería una manera de contribuir a la formación de valores democráticos, además de la mejor respuesta frente a las prácticas de quienes apenas a su amaño y mezquindad han disfrutado hasta ahora del control del poder.

Hay que aceptar que los cambios sobre los que ha insistido este Gobierno están en la médula de lo que es el Estado Social de Derecho, puesto en cuestión, bien por el recorte a derechos mediante reformas y en Gobiernos anteriores, o bien porque sencillamente jamás han tenido vigencia. Es al respecto que cobra sentido el debate sobre la reforma laboral, a la salud y al régimen de pensiones, que agitan el panorama político y que, ante la negativa del Congreso, ha llevado al Presidente a convocar una consulta ciudadana que va a ser decisiva en el acontecer político que se vislumbra hacia las elecciones de Congreso y presidencia de 2026. 

Hoy más que nunca, el ejercicio de la democracia directa adquiere mayor significación, en tanto amplia el espectro de la participación y el debate público, en donde se espera que el verdadero protagonista sea, como siempre ha debido ser, el pueblo como constituyente primario y titular soberano de la democracia. 

La consigna es clara, o cambia el estado de cosas o el estado de cosas nos cambia. 

*Economista-Magister en estudios políticos