miércoles, 28 de septiembre de 2022

Diálogos Regionales Vinculantes

Los Diálogos Regionales Vinculantes dan el sentido que corresponde a la democracia participativa, son la oportunidad para que cada ciudadano y ciudadana se asuman como parte constitutiva de la sociedad y del Estado.

Orlando Ortiz Medina*


Foto: USIL TV
En su primera alocución a los colombianos en ejercicio de sus funciones, el presidente de la República, Gustavo Petro Urrego, convocó a los Diálogos Regionales Vinculantes -DRV-, con los que se inicia la formulación del Plan Nacional de Desarrollo que orientará su gobierno durante los próximos cuatro años.  

Los DRV serán un recorrido por 50 territorios del país para conocer los intereses y necesidades de los ciudadanos, que serán llevados al articulado del Plan cuya elaboración está a cargo del Departamento Nacional de Planeación -DNP-.  

Con esta convocatoria el Pacto Histórico deja de ser tan solo el eslogan que orientó la campaña y llevó a Petro a erigirse como el primer presidente de izquierda en Colombia, para empezar a tomar cuerpo en una propuesta de construcción colectiva, en efecto un pacto histórico, que termine de encaminar el país hacia una etapa en la que la democracia deje ser el asunto esencialmente procedimental a que ha estado reducido durante los más de doscientos años de vida republicana. 

Los DRV dan el sentido que corresponde a la democracia participativa, son la oportunidad para que cada ciudadano y ciudadana se asuman como parte constitutiva de la sociedad y del Estado y, como tal, del modelo de sociedad que quieren y con el que aspiran a comprometerse para dejar de vivir en un orden impuesto y pasar a convertirse en sujetos y protagonistas de un orden autofundado (Toro, 2001).  

Son la manera de seguir abonando el camino que política y culturalmente nos aleje de formas de representación que desvirtuaron la esencia y el valor de la democracia.

Son la manera de seguir abonando el camino que política y culturalmente nos aleje de formas de representación que desvirtuaron la esencia y el valor de la democracia, pervirtieron el sentido de lo público, se apropiaron de la institucionalidad, y en no pocos casos derivaron en poderosas mafias y redes de corrupción que royeron el erario y condenaron, especialmente a las regiones más apartadas, al atraso, la precariedad productiva y de servicios y la insolvencia administrativa y financiera.

Ya casi agotadas las tradicionales representaciones partidistas, y sobre la base de las nuevas formas de participación y representación que han emergido en los últimos años, uno de los legados del Pacto Histórico deberá ser la consolidación de un nuevo sistema de mediación entre el Estado y la sociedad civil, que inspirado en verdaderos valores democráticos nos conduzca como sociedad y como país hacia un nuevo umbral de la cultura y la civilización política.   

Lo que espera el nuevo gobierno es que el Plan Nacional de Desarrollo sea el resultado de un gran acuerdo que integre la diversidad y consulte las agendas de cada una de las regiones.

Lo que espera el nuevo gobierno es que el Plan Nacional de Desarrollo sea el resultado de un gran acuerdo que integre la diversidad y consulte las agendas de cada una de las regiones, su vocación productiva y sus especificidades económicas, biofísicas y culturales.  Asimismo, las problemáticas que les asisten y las propuestas que surjan de quienes desde sus expectativas e identidades las habitan: indígenas, afrocolombianos, jóvenes, mujeres, comunidades diversas, campesinos, etc. 

Se trata de empezar a dar respuesta a las demandas más urgentes, pero en una perspectiva que a mediano y largo plazo coloque al país en una senda de desarrollo que nos conduzca hacia un orden más justo, equitativo y democrático, como única alternativa para avanzar hacia la consolidación de una paz definitiva.  

Las propuestas que surjan desde las regiones estarán inscritas en las grandes apuestas nacionales que orientan las iniciativas de cambio del Pacto Histórico: la paz, la justicia social y la justicia ambiental.

Las propuestas que surjan desde las regiones estarán inscritas en las grandes apuestas nacionales que orientan las iniciativas de cambio del Pacto Histórico: la paz, la justicia social y la justicia ambiental. Se enmarcan, además, en cinco rutas de transición: el cambio climático, en el que se aspira a que el país asuma el liderazgo internacional; el paso de una economía extractivista a una economía productiva, la reducción de la desigualdad, la evolución hacia una sociedad garante de derechos y el paso de la guerra a la paz. 

En torno a la consolidación de la paz el gobierno enfatiza en el diálogo con los actores armados como el camino de solución del conflicto, en consonancia con un nuevo concepto de seguridad, la seguridad humana, que lo desmarca de versiones anteriores, especialmente la Seguridad Democrática, inspirado en un enfoque estrictamente militar. El tema de la justicia social, por su parte, está asociado con la garantía del acceso a derechos, el desarrollo de un sistema que revitalice las zonas rurales, estimule la producción agroalimentaria y promueva el uso de energías renovables en los territorios. 

Con el viraje que ha dado, Colombia vive un momento decisivo y hace inminente construir una nueva narrativa en torno a lo que significa la participación ciudadana en la definición del destino de sus regiones, lo que no será viable si no se fijan también los parámetros de una nueva cultura política y una nueva narrativa de lo que significa el desarrollo. 

Se requiere insistir en que otra forma de vida es posible, que se puede movilizar el imaginario de un orden social distinto, ética, política e institucionalmente vinculante.

Se requiere insistir en que otra forma de vida es posible, que se puede movilizar el imaginario de un orden social distinto, ética, política e institucionalmente vinculante (Cordero, 2021), menos lesivo con los recursos naturales, basado en la defensa de la vida y capaz de asegurar mayor equidad para regiones, grupos étnicos, hombres, mujeres y comunidades diversas.

La tarea no va a ser fácil, hay ingentes demandas de atención y de justicia por parte de las regiones, que se traducen en un llamado a mayor inversión social por parte del Estado, exigencia de garantías de seguridad para sus habitantes, respuesta a sus necesidades de infraestructura pública y de servicios que los hagan menos vulnerables a desastres antrópicos y menos dependientes en el abastecimiento de mercados. La deuda social heredada es enorme y rebasa la capacidad de un gobierno que en solo cuatro años apenas dejará sentadas las bases para cambios estructurales que desde hace décadas el país ha debido acometer. 

Este es al mismo tiempo su más grande compromiso, en un escenario de muchas dificultades por los efectos que aún se sienten de la pandemia y por las secuelas de un gobierno que en todas las materias dejó su libreta de notas con un saldo en rojo.

Gustavo Petro fue elegido con el voto de los sectores más vulnerables, con ellos construyó una fuerte identidad durante su campaña y son hoy la fuente principal de su legitimidad; este es al mismo tiempo su más grande compromiso, en un escenario de muchas dificultades por los efectos que aún se sienten de la pandemia y por las secuelas de un gobierno que en todas las materias dejó su libreta de notas con un saldo en rojo.

Esperemos que este ejercicio de construcción colectiva al que se convoca con los DRV ayude a despejar el camino hacia ese país tan negado y tanto tiempo anhelado, especialmente por quienes sin ninguna razón que pueda justificarse han llevado sobre sus hombros el mayor peso de los sufrimientos.

*Economista-Magister en estudios políticos


 Referencias bibliográficas

Castoriadis, C. (1995), La democracia como procedimiento y como régimen, En línea, disponible en:  https://red.pucp.edu.pe/ridei/files/2011/08/881.pdfrecuperado 27 de septiembre de 2022

Cordero, R. (2021), La fuerza de los conceptos, ensayos en teoría crítica e imaginación política, Santiago de Chile, ediciones metales pesados. 

Toro, B. (2001), El ciudadano y su papel en la construcción de lo social, Bogotá, documento en Word. 


miércoles, 21 de septiembre de 2022

Petro en la ONU


Aunque en singular y en primera persona, pero con énfasis en un plural solemne, el presidente le habló al mundo a nombre del millón de latinoamericanos que mueren asesinados, de los dos millones de afros que son encarcelados en América del Norte, de los miles de campesinos que son despojados y desarraigados de su tierras en Colombia, 

Orlando Ortiz Medina*

Foto tomada de RTVC Noticias
Magistral el discurso del presidente Gustavo Petro ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. En español y sin haber llevado las acostumbradas rodilleras que guardaban en palacio los mandatarios que lo han antecedido, fue al grano, preciso y sin titubeos, a cantarle las verdades a los que se niegan a reconocer el fracaso de sus guerras y los efectos letales que han causado sobre prácticamente todo el planeta. 

Sin llevarle saludos de nadie, les recordó a los asistentes que hablaba en nombre de una tierra bella y ensangrentada, de magia y mariposas amarillas, a la que habita una selva condenada por el peso de sus ambiciones, que están cobrando la vida de millones de personas.

 Nada dijo que no sea más que la sensata demanda del presidente de una nación que justamente lo eligió con la esperanza de generar un cambio

Con la altura y autoridad que le otorga ser el mandatario del país que más ha padecido la insensatez de sus políticas, les habló de la hipocresía que los cubre, cuando con el pretexto de proteger la naturaleza lo que están haciendo es destruirla, porque lo que realmente los mueve es la explotación de los recursos con que buscan mantener el crecimiento desmedido de su riqueza, sin que para nada les importe la vida de las especies que la habitan.  

Más peligroso que la adicción a la cocaína es la adicción al poder, les dijo también con sobrada razón, con actitud irreverente y una buena dosis de insolencia que, vale decir, es bien vista y necesaria frente a un público en gran parte acostumbrado al desfile de mandatarios habituados a inclinarse ante la tropilla de reyes sin corona que esperan que se les brinde pleitesía en este tipo de eventos.

Petro rompió los moldes y no fue a pedir conmiseración sino a hacerse oír con dignidad a nombre de una América Latina ya cansada de seguir poniendo los muertos 

Petro rompió los moldes y no fue a pedir conmiseración sino a hacerse oír con dignidad a nombre de una América Latina ya cansada de seguir poniendo los muertos y ofrendando sus recursos a quienes prefieren mantener su ímpetu depredador, antes que reconocer que lo que para ellos es un éxito para otros es el más rotundo fracaso al que la más reciente etapa de la civilización nos haya conducido. 

Que no nos sigan intoxicando con el veneno fabricado en sus laboratorios, que no sigan culpando a quienes solo son víctimas, que no quemen la selva a nombre su codicia, que jamás habrá paz mientras exista desigualdad social, que cambien su deuda por naturaleza, que ni la guerra contra las drogas ni ninguna otra guerra le sirve a la humanidad. Nada dijo que no sea más que la sensata demanda del presidente de una nación que justamente lo eligió con la esperanza de generar un cambio que convoque a la humanidad entera para que sea la vida la que se sobreponga a la pulsión de muerte que mueve a quienes, ante la evidencia del desastre, prefieren mantenerse con una venda en los ojos.  

Aunque en singular y en primera persona, pero con énfasis en un plural solemne, el presidente le habló al mundo a nombre del millón de latinoamericanos que mueren asesinados, de los dos millones de afros que son encarcelados en América del Norte, de los miles de campesinos que son despojados y desarraigados de su tierras en Colombia, de los que al inmediato futuro aumentarán estas cifras si la ceguera y tozudez de los que se reclaman dueños de la razón no escuchan y no ceden al clamor de quienes padecen sus consecuencias.  

Refiriéndose a lo que pasa en el propio patio de los rectores de las políticas, los invitó a preguntarse y a repensar cómo enfrentan las penas y vacíos de sus propias sociedades

Refiriéndose a lo que pasa en el propio patio de los rectores de las políticas, los invitó a preguntarse y a repensar cómo enfrentan las penas y vacíos de sus propias sociedades para que su falta adecuada de respuestas no siga desplegando el eco oneroso que tienen sobre quienes pagamos la culpa sin ser para nada los responsables del pecado. 

Alguien, y ese alguien fue Gustavo Petro, tenía que decir lo que se dijo y ante la audiencia y en el lugar que se dijo, el escenario en el que se congregan la mayoría de las naciones del mundo para organizar la agenda que pone los temas y problemáticas de los que la humanidad entera tiene que ocuparse, so pena de fenecer si no se corrige el rumbo de una civilización en crisis, sobre todo de las razones que han inspirado los cometidos del desarrollo arrodillando la racionalidad a la codicia y alejados cada vez más de una ética de la vida. 

Terminó su intervención invocando a América Latina a que se una al llamado a detener la guerra, a evitar que siga siendo la excusa para evadir las medidas que nos libren del riesgo de ver morir el sueño de la democracia, a abogar también porque antes que los torrentes de sangre sean los verdes y las aguas abundantes las que fluyan por las arterias de la tierra.

Los puntos quedaron sobre las íes. Amanecerá y veremos… Si es que el tiempo nos alcanza para un nuevo amanecer.


*Economista-Magister en estudios políticos