Orlando Ortiz Medina*
Hay
que celebrar que la Corte Constitucional aprobó y dio vía libre hoy al
plebiscito como mecanismo de refrendación de los acuerdos a que se ha llegado
en La Habana entre el gobierno y la guerrilla de las FARC. La Corte estuvo a la
altura del momento histórico que vive el país e interpretó el deseo de la
mayoría de los colombianos que queremos la finalización del absurdo conflicto
armado que hemos vivido por más de cincuenta años.
Tanto en aspectos de forma como de contenido el proyecto de Ley Estatutaria ES CONSTITUCIONAL, ha dicho la Corte. Es decir, fue avalado como un MECANISMO LEGAL Y DEMOCRÁTICO a través del cual se podrán pronunciar quienes estén o no a favor de los acuerdos.
No hay momento más histórico que el que ahora estamos viviendo. Quienes hoy tenemos la posibilidad y la responsabilidad de votar estamos decidiendo no sólo por nosotros y el resto de vida que nos quede, sino sobre todo por nuestras próximas generaciones.
Así
que se trata ahora de que cada ciudadano o ciudadana se informe, conozca lo que
en La Habana se ha acordado, y sensata y libremente -como corresponde a toda
decisión política- acuda en la fecha en que se convoque a expresar su opinión.
Vamos
a mostrar si seguimos siendo un país mayoritariamente acostumbrado a vivir y recrearse
en el dolor de la guerra, o si, por el contrario, independiente de ideologías,
credos, razas, pensamientos religiosos, etc., tendremos la sapiencia y la
madurez suficiente y logramos convocarnos para que sean las armas y no más
vidas las que llevemos a las salas de velación y a las sepulturas.
Es
curioso que sean tantas cosas las que dependan la fragilidad o la certeza de un
monosílabo: SI o NO. Pero cuánta historia, cuánto en ellos cabe y cuánto con
ellos estamos decidiendo. Cincuenta y dos años de guerra, doscientos cincuenta
mil muertos, más de siete millones de desplazados, cincuenta mil
desaparecidos,… soldados, guerrilleros, paramilitares, obreros, campesinos,
estudiantes, en fin, todos seres humanos.
SÍ, vale
la pena pensar que SÍ, que no haya
un hombre, una mujer, ni momento ni un espacio más para la guerra.